31 enero 2007

Siguiendo la ruta de Leonardo





En el camino nuevamente. Esta vez, vamos persiguiendo a uno de los seres más deslumbrantes, intrigantes, admirados e incomprendidos de la historia Europea.

Hemos hecho el camino al revés, comenzando por el lugar donde están algunas de sus principales obras pictóricas, su lecho de muerte en el castillo de la campiña francesa donde vivió sus últimos años, medio invitado, medio autoexiliado desde su Italia.

Vaya inculto que soy. Vaya todo lo que me he perdido estos años al quedarme apenas con lo que me había dado el colegio, pensando que era sólo un pintor ilustre, desconociendo que ésta es apenas una de las múltiples facetas de su deslumbrante persona y que, probablemente, no fue la que le dio sus mayores satisfacciones.

Pero la vida me da nuevas oportunidades para aprender lo que no atrapé en otras épocas y me regala (¡¡una vez más!!)la ruta completa de su vida, siguiendo su trabajo, sus diseños, sus obras terminadas y las que dejó a medias, que son hartas -¡aún tenemos patria los que nos cuesta dar la puntada final!-. Y lo más interesante, asomarme a su pensamiento, a su ideas disruptivas y rompe esquemas, a su obstinación que lo llevó a fracasos rotundos al rechazo y la mofa.

La suerte de hacer el camino junto a Vittorio, con setenta y tantos años de energía y conocimientos; Alex, como siempre un motor generando ideas, proyectos y soluciones a lo que se presente; Stefania, pequeña, inquieta y cultísima; y este alumno deseoso de beber experiencias y aprendizajes.

Hemos conversado con personajes ilustrícimos (y uno que otro pelmazo arrogante), entrado a la trastienda de algunos de los principales museos de Francia e Italia, recorrido castillos, palacios y Basílicas, visitando sus campanarios y torres más allá de lo que verán los ojos de turisas. Nos hemos sumergidos en los fines del siglo XV y principios del XVI, con sus momentos "más sublimes y más perversos".

Seguimos la huella que nos llevará hasta el corazón de la Región Toscana, Vinci, y desde ahí escribir contar en imágenes de este señor Leonardo.

02 enero 2007

Lo que Salamanca non presta, nadie te lo quita


Baco.


01 de enero 2007. 00:01 hrs. Salamanca. Plaza Mayor.

Campanadas y uvas, champaña y petardos. El escenario es imponente, la plaza Mayor, construída en el siglo XVIII llena de gente con ganas de celebrar. Estoy rodeado de Portugueses. Más de la mitad de las personas que están celebrando "la noche vieja" en Salamanca son portugueses, familias completas, grupos de todas las edades. El ánimo y la alegría aplacan un poco el intenso frío que hace a esa hora y a todas las horas, porque las temperaturas no superan los 10 grados en el día y corre brisa.
Un grupo de ecuatorianos con bandera hace trencito por la plaza, los portugueses responden con cánticos futboleros, los salamantinos apenas responden con una rechifla.
Los más jóvenes se van a locales nocturnos cercanos a la plaza mayor, el Camelot está casi frente al monumento a Unamuno, otros están repartidos cerca de la universidad o a pasos de la catedral nueva (y la vieja porque son contiguas). Estoicamente hacen fila para mostrar su ticket comprado con anticipación. Parece una gran fiesta de graduación o un matrimonio, las chicas lucen vestidos de gala (la mayoría muy cortos) y sofisticados vestidos. Los chicos han sacado ternos nuevos, vistosas corbatas, algunos parecen jóvenes gangsters, mucho zapato blanco y en punta, mucho gel y pelos peinados uno a uno. Mucho look, es año nuevo.

El año nuevo mezcla emociones. Están los buenos deseos para el que comienza, una suerte de "ahora sí", o más aún: "este año sí que sí". Un deseo carnavalesco de desquite, como si en una noche nos deshacemos de todo lo que cargamos en el año ido; o nos celebramos por todo lo que no vamos a celebrar en el año que viene. Una euforia estructural de la que hay que ser muy raro para quedarse afuera (yo tengo un largo prontuario de rarezas añonueveras).

A propósito de extrañeza para celebrar. Caigo en cuenta que hace varios años que mi cambio de año no coincide con el calendario. Los años le ponen un nombre a mis ciclos, así por ejemplo, el 2003 terminó en abril del 2004 cuando me embarqué a Italia, cerrando ahí el período de Orbi, separación, licencia por depresión, renuncia laboral. El 2004 se extendió hasta junio del 2005 cuando por fin estrenamos el documental "Racconti di una Emigrazione" (un año largo, 14 meses). El 2006 comenzó en febrero cuando nos fuimos de vacaciones con Cabe y Fabio. Y el 2006 terminó el 08 de octubre del 2006. Cuando me subí al avión rumbo a Madrid, para embarcarme a Dakar. La sensación de hablar del "año pasado hice tal cosa", "el año pasado fui a tal parte" cuando estaba en noviembre. Pero mis ciclos son así. No siempre coinciden con calendarios ni agendas. No es casual si nací un mes después de cuando debí haber nacido. "Pero esa, pequeño Adams, es otra historia".

Feliz Año nuevo y ojalá que este año, este año sí que sí.