27 mayo 2008

Nuestros lejanos hermanos



Hay series que recuerdo especialmente de mi infancia, una de ellas es Perdidos en el Espacio. Ya en ese tiempo era antigua pero en la tele chilena de los 70 y 80 la daban como si recién la hubieran estrenado. En ese tiempo no había cable y no nos enterábamos qué pasaba en la televisión en otras partes. Veíamos felices series que tenías 10, 15 ó más años. Otra serie importante era Star Trek, que me gustaba pero no como para volverme un friky. Ambas tenían en común que estaban llenas de marcianos. En cada capítulo aparecían seres de distintas galaxias y planetas que interactuaban con los protagonistas según sus maneras y educación.

Después vendrían muchos más programas plagados de alienígenas, pero esos son los primeros que recuerdo.

Distinto era hablar en serio con los amigos sobre Ovnis. Aparecía entre nosotros un halo de misterio, dividiéndonos entre los que creían y no creían. Junto a fantasmas y el espiritismo eran los temas que hacían de nuestras discusiones algo importante, que nos definía. Mucho antes que la política, marcaba el “estás con ellos o con nosotros”. No faltaba el que imbuido de una estricta formación religiosa argumentaba taxativo que todos esos fenómenos eran contrarios a las creencias religiosas, que un católico no podía pensar que fueran ciertas.

En materia de extraterrestres, eso ha cambiado. Hace unos días, el Vaticano, a dicho que “es posible creer en Dios y en extraterrestres”. Vaya, no es una cuestión baladí. José Gabriel Funes, cura, astrofísico, argentino y jesuita ha dicho en L’Obsservatore Romano que “para la Iglesia existe la posibilidad que existan otras formas de vida fuera de la Tierra y que todas ellas habrían surgido de la fuerza creadora de Dios”. (Pausa, respira, léelo de nuevo si quieres).

Inmediatamente, las preguntas que surgen son muchas: ¿Tienen los extraterrestres su propio Cristo o aprovechan el sacrificio del nuestro? ¿Tuvieron un paraíso en su planeta? ¿Cuando vayamos al cielo -los que vayan-, nos encontraremos con ellos como en el bar de Star Wars? ¿Vivirán en pecado o serán inmaculados? Esta pregunta sí que me preocupa, me imagino las tremendas piedras que podrían llegar a lanzar. Según el sacerdote-argentino-astrofísico-jesuita, puede que los alienígenas no necesiten redención, que vivan en plena amistad con el Creador, pero aclara que si fueran tan pecadores como nosotros, también tendrían la posibilidad de disfrutar de la misericordia de Dios. O sea, ellos también están salvados.

Sospecho que habrá quienes estén encontrándole razón a J.J. Benítez con su Caballo de Troya. Seguro estarán pensando que no sólo los extraterrestres creen en Dios, sino que Cristo mismo es un marciano que vino de otro planeta para salvarnos. Yo prefiero pensar que no: los que viven en las estrellas con sus negocios y nosotros con el nuestro.

Que la Iglesia acepte a los extraterrestres como parte de la creación plantea desafíos importantes. Ejemplo: cuando los vuelos ínter espaciales sean cotidianos y la gente esté viviendo en los otros planetas, habrá que hacer iglesias en que convivan los creyentes de distintas galaxias. Me imagino sentados escuchando la prédica a E.T., los coneheads, Yoda, los vulcanos, Starman, Mork, el señor Spock, incluso Alien y el Depredador (Qué susto). No por nada el artículo del diario vaticano se llama “Los extraterrestres son mis hermanos”.

No sería raro que con el tiempo se aceptara que otros de los seres que eran centro de nuestras controversias sean parte de la Creación e hijos de Dios. Así hablaríamos de “nuestros hermanos espectros, hermanos zombies, hermanas brujas y meigas, hermanas hadas, nuestra hermana Pincoya y hermano Trauco, entre otros.

Tal vez incluso tengamos hermanos Hobbits.