29 agosto 2008

Una tarde en el Normandie... y sus consecuencias.

Si sueñas con Nueva York y con Europa.
Te quejas de nuestra gente y de su ropa.
Vives amando el cine arte del Normandie.
Si eres artista y los indios no te entienden,
si tu vanguardia aquí no se vende.
Si quieres ser occidental de segunda mano.
¿Por qué no te vas?...

Los Prisioneros

En 1990, cuando recién entraba a la universidad, fui a ver Vértigo, de Alfred Hitchcock, al mítico Cine Arte Normandie, ese enclavado en plena Alameda, a pasos de Plaza Italia.

Recuerdo haber ido a la función vespertina con una compañera de curso preciosa, de esas bellezas que asustan. Yo era entonces un chico tímido e inseguro y ella una mujer, al menos en apariencia, implacable, aguda y deslumbrante.

En medio de la película yo me pegué un par de cabeceadas que fueron rápidamente detectadas por mi compañera que me dio sendos codazos, regalándome una de sus penetrantes miradas. Yo, muy azorado, traté de negar lo innegable, pero las evidencias eran irrefutables. Nunca he sido de andarme quedando dormido en los cines, pero esa vez sí. Y justo con ella.

En primer año de universidad, con toda la mística y el ambientillo que tenía ese cine, en esa película, “un clásico del maestro del suspense”, y junto a la chica más deseada de mi curso y probablemente de buena parte de la escuela. ¡Cómo podía quedarme dormido en ese momento! No sé si ella me lo llegó a perdonar, yo no me lo perdono.

Hace unos meses, a finales del master, leí un libro llamado La Dramaturgia de Ives Lavandier. El autor analiza la estructura y el argumento de Vértigo. Según este autor, la primera parte de la película es errática y no hay conflicto, la define como dos acciones interesantes con un largo vacío en medio. Termina diciendo que le sobraba bastante metraje, sobre todo al principio.

Tuvieron que pasar 18 años para encontrar la explicación, en parte, a lo que me ocurrió en aquella tarde. Lavandier no se refiere a las horas de sueño o al nivel de apremio académico al que estaba sometido en aquellos tiempos (que no debe haber sido mucho, porque no estudiaba demasiado), pero su análisis demuestra, pese a todas las alabanzas de la crítica y los teóricos de la Novel Vague, los problemas de construcción dramática de la película. Y ya está, yo resentí los problemas argumentales como también lo hicieron los espectadores en su estreno, esto según crónicas de la época.

Gracias, Ives, leyendo tu libro me re encontré con un evento de mi pasado que, aunque casi olvidado, dejó huella en mi autoestima (en palabras de guionista todo un “pony”). Perdona, Javiera, lo que ocurrió fue sólo que me aburrí en la parte de la película que era aburrida.



Nota del editor: La entrega anterior fue brutalmente censurada, razón por la que el encabezado no tiene relación con lo que dice después y las fotos parecen estar colgando. Esta decisión obedece a razones de supervivencia económica. Dados los juicios y los hechos relatados, se ha decidido aplazar la publicación para evitar cualquier tipo de represalia económica. (Ya lo decía el padre del autor: Ahorra, para que tengas libertad y puedas moverte libremente sin que nadie te ate por asuntos económicos)