03 agosto 2011

El riesgo de Los Mercados.



Escuchamos mucho en estos días que “La prima de riesgo ha subido hasta niveles record, que ha bajado o se ha estabilizado”, que un país, Irlanda es rebajado a “bono basura”. ¿Alguien puede explicar qué es y, sobre todo, por qué influye en el devenir de los países afectando al ciudadano que va a comprar el pan o un pisito cerca de la casa de sus padres?

Como estoy con tiempo para perder el tiempo, me pongo a leer en El País.com un artículo sobre qué es la prima de riesgo y cómo funciona. (El País digital)
Según he entendido, se trata de los mercados de deuda y la búsqueda de financiación de éstas. Se habla de bonos que se comparan con el bund alemán que, según dicen, es el más estable y de menos riesgo de todos en la eurozona (y probablemente el más aburrido). Si el riesgo sube un punto porcentual sobre el germano, entonces son 100 puntos de castigo, así para arriba y para abajo. Es algo relacionado con la confianza que entrega cada país para que las inversiones en deudas valgan o no la pena. Me acuerdo entonces de mi profesor Carlos Descouvieres, que nos explicaba que la economía –especialmente la grande- se basa en las expectativas que tienen los inversores en que sus inversiones lleguen a los niveles de ganancia que ellos esperan” (Bueno, era algo más complejo que eso).

Para orientarse cómo va a andar la cosa, hay gente especializada en evaluar estas variables. Leo que hay tres grandes calificadores de deuda, Standard & Poor's, Fitch y Moody's. Miremos la primera, si traduzco literalmente Standard & Poor's sería algo así como Nivel y Pobre’s o Criterio y Escaso’s. Vaya, es raro que una consultora que lleva la palabra Pobre (Poor) en su nombre sea la que orienta a los grandes inversionistas. La tercera, Moody’s me parece un nombre tan poco serio (recuerda al nombre del Pájaro Loco: Woody Woodpecker) como para que Los Mercados le crean a sus calificaciones. Quizá Los Mercados, están peor que el pajarito. Resumiendo, según voy tratando de entender, todo este tinglado que tiene en vilo a los gobiernos, especialmente a los más mediterráneos e Irlanda y por tanto a sus ciudadanos, tiene que ver con Los Mercados.

Pero... ¡¿Qué son Los Mercados?!

Hace años, Patricio Aylwin –ex presidente de Chile- señalaba que “el mercado es cruel”, imaginemos cómo será más de un mercado.
¿Qué son realmente Los Mercados? Pareciera que son unas entidades que se mueven según ciertos impulsos que los hacen subir y bajar, comprar, vender o especular, calificar o descalificar, que tienen reglas propias, difíciles de entender; son unas cosas que confían o desconfían y según eso actúan. Y me pregunto ¿Quiénes son Los Mercados? Dan la impresión de ser entes abstractos que responden a su propia entelequia. Son como Matrix, un organismo supra superior que lo maneja todo, con inteligencia y capacidad de decisión autónoma, según sus propias normas. Mmm, o estamos viviendo en una película de ciencia ficción capaz de llevar a países a la quiebra o hay “gato encerrado”.

Sería de suponer que “Los Mercados” están compuestos por personas, las consultoras de calificación están compuestas por personas que juzgan y evalúan... y el resto acatamos. Las personas que componen "Los Mercados" me las imagino como unos tipos gordos que apenas caben en sus sillones de cuero y que fuman grandes puros, incluso contraviniendo las leyes que prohíben fumar en lugares de trabajo. Probablemente no sean así (aunque fumen en sus despachos). Alguien me puede decir ¿cuántas personas componen "Los Mercados"? ¿Qué porcentaje de la población son los que están ahí al loro de la deuda de los países, comprando o vendiendo bonos, castigando, premiando o acosando a las naciones, especulando y decidiendo qué economías les dan más o menos confianza para poner el dinero de sus clientes?

Me permito unas preguntitas más: ¿Quién los eligió para estar ahí? ¿Por qué le hemos dado la autoridad para que decidan si los países se merecen ser declarados bonos basura, si son más o menos confiables, si son más o menos parecidos a los alemanes? ¿Dónde hay que votar para elegirlos o no?
O quizás es mejor pensar que el mercado es en realidad Matrix que no está compuesto por humanos sino por una inteligencia superior que nos premia y nos castiga según cómo nos portemos con el dinero.

29 abril 2011

Forever hoy


Hace un par de semanas fui a ver en el Teatro Compac Gran Vía, Forever Young, un espectáculo que no es un musical pero cantan. Se define como una comedia con canciones. Ambientado en el año 2050 “siete actores jóvenes interpretan a unos viejos centenarios que pasan una velada en el escenario de un teatro reconvertido en residencia de artistas. Algunas noches, los residentes se visten con sus mejores galas y rememoran sus éxitos”.
Es una puesta en escena un poco rara, los antiguos artistas están sentados en viejos sillones, hay un pianista afásico y una enfermera que los cuida. La esencia comienza cuando ésta se descuida y los viejos se ponen a cantar, bailar y recordar sus antiguas glorias a través de gags y chistes. La trama es bastante obvia y predecible, sin embargo entretiene, me he reído e incluso me he emocionado. Los actores y especialmente las actrices, cantaban muy bien –son todos actores habituales de los musicales-, las canciones son hitos del rock y el pop de las últimas décadas, por tanto de fácil identificación, siendo así un espectáculo que pega especialmente al adulto joven, esa franja que va de los veintilargos a los cuarenta largos incluso algunos en la cincuentena. Es un show para pasárselo bien, especialmente cuando el público que ha pagado su entrada tiene y manifiesta sus ganas de divertirse y dejarse seducir por lo que ocurre en el escenario (cosa que siempre se agradece).
Pero durante las casi dos horas que duró, hubo algo que me hizo ruido todo el tiempo (no fue mi audífono o sonotone, aún no llevo). Es un espectáculo que ocurre en el futuro, es decir, cuando yo sea viejo, los que están en el escenario “tuvieron” más o menos mi edad a mi edad y han envejecido más o menos del mismo modo que yo envejeceré. Una idea arriesgada pero con la cual no arriesgaron.
Lo que veía en escena es un vestuario y ambientación que son viejos hoy. Los sofás, lámparas y mesillas los encontramos ahora en las casas de los abuelos y casas de “mi pueblo” (que vienen siendo lo mismo), y los actores van vestidos como se visten los ancianos actuales: chaqueta y corbata algunos, bata y zapatillas de levantar otros y con abrigo de piel y estola de zorro las mujeres. Salvo el personaje de Rubén, “un ex hippie que acompañó a Miguel Ríos en sus 13 giras de despedida” está caracterizado como un hippie deteriorado y anciano: largos pelos, pantalones anchos, camisa de colores y un gorrito, el resto, repito, llevan ropas que podemos ver el domingo en cualquier iglesia madrileña.
Durante mucho tiempo me pregunté en qué momento de la vida, al cumplir cuántos años, los abuelos comenzaban a usar el pantalón sobre el ombligo, con un largo y angosto cinturón. Viendo películas clásicas descubrí que los grandes galanes del Star System llevaban los pantalones por allí arriba y unas corbatas cortas. Cary Grant, James Stewart y otros íconos del Hollywood dorado marcaban la moda y los jóvenes de entonces se vestían como ellos, lo siguieron haciendo... y lo hacen hoy (los que quedan –perdón por el toque de humor negro-). Pero la nueva generación de “adultos mayores” o nuevos vejetes, está cambiando el modo de vestir. Muchas personas alrededor de los 70 años usan chaquetas de polar, jeans (vaqueros), zapatillas (playeras o tenis), en general ropas que se compran en cualquier tienda y que ellos no usaban de jóvenes. Incluso uno muy cercano, cada año estrena unas zapatillas outdoor de alta gama que se las envidio profundamente.
¿Cómo me vestiré y me veré yo y mis coetáneos en el 2050? Ciertamente no como los que hoy tienen 80 años. No creo que después de algún cumpleaños empezaré a usar corbata ni traje ni me subiré el pantalón sobre la cintura. Probablemente los llevaré cerca de la cadera como ahora y probablemente en esa época se verá extemporáneo y anticuado. Y veinte o más años después, quizá los ancianos lleven los pantalones a mitad de culo, gorras de béisbol, zapatillas sin anudar y cadenitas. También se verán anticuados.
Nuestras casas, si no las renovamos no tendrán los muebles que hoy están pasado de moda. Es cierto que los muebles de antaño duraban más que los de ahora, pero no creo que tanto como para las casas viejas del futuro sean como los hogares viejos de hoy. Puedo apostar que los tejidos de ganchillo sobre los respaldos serán un recuerdo en la memoria de los que seremos abuelos. Quizá viviremos entre súper desvencijados muebles Ikea, sillas plásticas desteñidas en las terrazas, sillas ergonómicas destartaladas, mucho vinilo lleno de grietas y otros muebles gastados que hoy no puedo aún imaginar.
Claro, sólo podemos imaginar el futuro desde donde estamos y siendo como somos hoy. En el libro “El Filósofo entre Pañales”, Alison Gopnik dice que en la película Blade Runner (1982) visualizaron un futuro -2019 si no me equivoco- en que los teléfonos tendrían video llamada, lo cual más o menos ocurre hoy, pero en el año 82 no pudieron proyectar que para comunicarse no sería necesario ir a una cabina telefónica en una esquina, sino que habrían teléfonos móviles. Ridley Scott y sus guionistas, en ese momento no imaginaban el avance de la telefonía móvil en el futuro.
Habrá que ver cómo será y cómo estaremos en el año 2050. Si todavía tengo este blog se los comentaré... a los que queden para leerlo.

19 abril 2011

Vivos y decadentes


Este post lo había comenzado hace unos meses atrás, poco después del concierto “El Abrazo” en el Parque O’higgins en Santiago de Chile, pero quedó sin terminar y sin publicar. Ayer he recibido por fin un CD que había comprado en Amazon.com entusiasmado por los vídeos que vi de ese concierto través de youtube. Lo que decía esa entrada inspiraba lo que comento ahora:
Hay cosas que pensamos que nunca veremos y otras que siendo un cliché, algo esperable de ver en un determinado momento o lugar, de todos modos es altamente improbable que te ocurra.
La primera sería ver a Charly García regordete y volviendo a tocar un concierto a toda máquina, con voz (tampoco tanta, pero ayudado por una buena acompañante), con fuerza, concentrado, sin olvidar la letra y dándolo todo. Eso me imagino es lo que vieron los que fueron al mencionado concierto en Santiago y que algo recogían los vídeos en youtube. Eso es lo que he podido ver en el DVD con la grabación del “Concierto Subacuático” que acompaña al disco del mismo nombre que me llegó la semana pasada. Ver a un ídolo imprescindible de mi banda sonora vital renacer junto al piano, vestido de formal chaqueta y camisa negra, bajo una intensa lluvia, seguido por cientos de argentinos fieles y sonando como en los mejores tiempos, con precisión, energía y la cuota justa de ruido, acompañado por su banda “Say No More” –incluido el trío de chilenos gordotes y melenudos que en su día tocaron con el Negro Piñera-, y lo más notable, verlo presente, sobrio, concentrado, entregado. Hay “casi muertos” que no hay cómo enterrarlos. Charly es ahora uno de ellos. Cuando pensaba que ya sólo quedaba recordarlo como “lo que fue”, ha vuelto a subirse a los escenarios con una impensable barriga pero con toda la potencia y música que le vimos en los tiempos de los conciertos en el Estadio Chile o el velódromo del Estadio Nacional.
Lo que podría ser un cliché es ir paseando con el cochecito del bebé por una calle cerca de casa y encontrar un equipo de rodaje en plena faena, acercarme a cotillear y ver al mismísimo Pedro Almodóvar filmando. Más de algún amigo chileno me ha preguntado sí en estos 4 años y medio he visto a Pedro Almodóvar. La verdad es que sí, una vez antes lo vi a la entrada del cine, pero encontrarlo en plena filmación, con su tupé ya encanecido tan característico, es algo casi de postal. Pero el momento de Almodóvar es distinto, al ver sus últimas películas, la sensación es su talento se estuviera apagando como le ocurrió a Billy Wilder, Hitchock y varios otros maestros del cine al envejecer. Las últimas películas del manchego, no tienen la capacidad de atrapar ni de sorprender como tenían las que hizo algunas décadas atrás, y subrayando, “Los abrazos Rotos” es una película para olvidar, después de superar la rabia y las ganas de exigir la devolución del dinero. Todavía tengo la esperanza que Almodóvar reencuentre su inspiración y vuelva a seducirnos con sus películas como lo hizo tiempo atrás. Si Charly García ha podido emerger desde sus excesos, sus estadías en siquiátricos, sus adicciones, sus saltos a la piscina desde un octavo piso y su cuerpo famélico, para volver a encantarnos, podemos anhelar que Pedro vuelva a tomarse la pantalla para emocionarnos y no tener que recordarlo sólo por “lo bueno que fue”.
Mientras, Gustavo Cerati yace en un hospital sin poder cantarnos.