29 abril 2011

Forever hoy


Hace un par de semanas fui a ver en el Teatro Compac Gran Vía, Forever Young, un espectáculo que no es un musical pero cantan. Se define como una comedia con canciones. Ambientado en el año 2050 “siete actores jóvenes interpretan a unos viejos centenarios que pasan una velada en el escenario de un teatro reconvertido en residencia de artistas. Algunas noches, los residentes se visten con sus mejores galas y rememoran sus éxitos”.
Es una puesta en escena un poco rara, los antiguos artistas están sentados en viejos sillones, hay un pianista afásico y una enfermera que los cuida. La esencia comienza cuando ésta se descuida y los viejos se ponen a cantar, bailar y recordar sus antiguas glorias a través de gags y chistes. La trama es bastante obvia y predecible, sin embargo entretiene, me he reído e incluso me he emocionado. Los actores y especialmente las actrices, cantaban muy bien –son todos actores habituales de los musicales-, las canciones son hitos del rock y el pop de las últimas décadas, por tanto de fácil identificación, siendo así un espectáculo que pega especialmente al adulto joven, esa franja que va de los veintilargos a los cuarenta largos incluso algunos en la cincuentena. Es un show para pasárselo bien, especialmente cuando el público que ha pagado su entrada tiene y manifiesta sus ganas de divertirse y dejarse seducir por lo que ocurre en el escenario (cosa que siempre se agradece).
Pero durante las casi dos horas que duró, hubo algo que me hizo ruido todo el tiempo (no fue mi audífono o sonotone, aún no llevo). Es un espectáculo que ocurre en el futuro, es decir, cuando yo sea viejo, los que están en el escenario “tuvieron” más o menos mi edad a mi edad y han envejecido más o menos del mismo modo que yo envejeceré. Una idea arriesgada pero con la cual no arriesgaron.
Lo que veía en escena es un vestuario y ambientación que son viejos hoy. Los sofás, lámparas y mesillas los encontramos ahora en las casas de los abuelos y casas de “mi pueblo” (que vienen siendo lo mismo), y los actores van vestidos como se visten los ancianos actuales: chaqueta y corbata algunos, bata y zapatillas de levantar otros y con abrigo de piel y estola de zorro las mujeres. Salvo el personaje de Rubén, “un ex hippie que acompañó a Miguel Ríos en sus 13 giras de despedida” está caracterizado como un hippie deteriorado y anciano: largos pelos, pantalones anchos, camisa de colores y un gorrito, el resto, repito, llevan ropas que podemos ver el domingo en cualquier iglesia madrileña.
Durante mucho tiempo me pregunté en qué momento de la vida, al cumplir cuántos años, los abuelos comenzaban a usar el pantalón sobre el ombligo, con un largo y angosto cinturón. Viendo películas clásicas descubrí que los grandes galanes del Star System llevaban los pantalones por allí arriba y unas corbatas cortas. Cary Grant, James Stewart y otros íconos del Hollywood dorado marcaban la moda y los jóvenes de entonces se vestían como ellos, lo siguieron haciendo... y lo hacen hoy (los que quedan –perdón por el toque de humor negro-). Pero la nueva generación de “adultos mayores” o nuevos vejetes, está cambiando el modo de vestir. Muchas personas alrededor de los 70 años usan chaquetas de polar, jeans (vaqueros), zapatillas (playeras o tenis), en general ropas que se compran en cualquier tienda y que ellos no usaban de jóvenes. Incluso uno muy cercano, cada año estrena unas zapatillas outdoor de alta gama que se las envidio profundamente.
¿Cómo me vestiré y me veré yo y mis coetáneos en el 2050? Ciertamente no como los que hoy tienen 80 años. No creo que después de algún cumpleaños empezaré a usar corbata ni traje ni me subiré el pantalón sobre la cintura. Probablemente los llevaré cerca de la cadera como ahora y probablemente en esa época se verá extemporáneo y anticuado. Y veinte o más años después, quizá los ancianos lleven los pantalones a mitad de culo, gorras de béisbol, zapatillas sin anudar y cadenitas. También se verán anticuados.
Nuestras casas, si no las renovamos no tendrán los muebles que hoy están pasado de moda. Es cierto que los muebles de antaño duraban más que los de ahora, pero no creo que tanto como para las casas viejas del futuro sean como los hogares viejos de hoy. Puedo apostar que los tejidos de ganchillo sobre los respaldos serán un recuerdo en la memoria de los que seremos abuelos. Quizá viviremos entre súper desvencijados muebles Ikea, sillas plásticas desteñidas en las terrazas, sillas ergonómicas destartaladas, mucho vinilo lleno de grietas y otros muebles gastados que hoy no puedo aún imaginar.
Claro, sólo podemos imaginar el futuro desde donde estamos y siendo como somos hoy. En el libro “El Filósofo entre Pañales”, Alison Gopnik dice que en la película Blade Runner (1982) visualizaron un futuro -2019 si no me equivoco- en que los teléfonos tendrían video llamada, lo cual más o menos ocurre hoy, pero en el año 82 no pudieron proyectar que para comunicarse no sería necesario ir a una cabina telefónica en una esquina, sino que habrían teléfonos móviles. Ridley Scott y sus guionistas, en ese momento no imaginaban el avance de la telefonía móvil en el futuro.
Habrá que ver cómo será y cómo estaremos en el año 2050. Si todavía tengo este blog se los comentaré... a los que queden para leerlo.

1 comentario:

angelarado dijo...

desde el 29 de abril que abro para ver nuevo post y nada